Con la llegada del verano, vuelven las deseadas tardes de piscina. No son pocas personas las que se pasan gran parte de estos meses metidas en el agua. Es normal, pocas cosas hay más relajantes en la vida y más aún en la desconexión total que suponen las vacaciones. Pero las piscinas tienen un factor de riesgo desconocido para muchísimos de los pacientes de nuestra clínica dental en Salamanca: el cloro.
Esta sustancia química ayuda a desinfectar el agua y mantener estables los niveles de pH del agua, pero también puede suponer un riesgo para la salud de nuestros dientes y encías, especialmente si no se encuentra en las cantidades adecuadas. Tanto si nos quedamos cortos de color como si nos pasamos, es posible que a la larga esta condición tenga consecuencias sobre nuestra salud oral.
En el caso de no llegar a las cantidades de cloro ideales, el pH del agua se vuelve más ácido, lo que conlleva problemas para nuestra dentición como la decoloración de las piezas dentales, la aparición de hipersensibilidad dental o la presencia de manchas dentales en nuestra boca.
Por su parte, si los niveles de cloro en la piscina son excesivos, esto puede llevar a la formación y acumulación de sarro, con su consecuente halitosis (mal aliento). Además, una cantidad abundante de cloro también puede ser perjudicial para nuestras encías, estando detrás de enfermedades como la gingivitis.
Estos efectos del cloro en nuestra boca se producen, sin embargo, si nuestra exposición a esta sustancia es prolongada y frecuente durante estos meses de verano. Es, de hecho, mucho más habitual que afecte a nadadores que a veraneantes. Aún así, intenta no pasar más de 6 horas semanales en remojo.
Es recomendable acudir a nuestros expertos una vez han pasado los meses veraniegos, pues a parte de este tema son muchos más los factores los que hacen de esta estación una de las más sensibles con respecto a tu salud oral. Pide cita en nuestra clínica dental en Salamanca.